Ilidia llevó al chico a un campo de entrenamiento exclusivo.
-Tu primera clase será aquí,veamos que tal te mueves. Dudo que aguantes la que te espera-Dijo Ilidia-Tras ello,desapareció en la nada.
Alasther estaba en el centro de una sala cóncava. El suelo era de piedra, pero creado de una forma, en que cada rectángulo de rocas encajaba con el otro a su lado como si de un mosaico se tratase. Alumbrada la sala con unas pequeñas antorchas colgadas en las paredes. Un doble piso como si fuese un bunker, con pequeños ventanales que daban la vista al centro de esta sala.
Este estaba algo incomodo,nervioso sin saber muy bien que tenía que hacer. Puesto que no le habían explicado nada. Se quedo simplemente mirando la sala, cada centímetro de esta, observando y observando, hasta que una flecha rozó su oreja derecha.
-¡Chico! acabaras mal si no te mueves-Dijo la voz de Ilidia retumbando con eco en la sala sin saber donde se encontraba su verdadera posición.
Otra flecha apareció clavándose muy cerca de su pie izquierdo. El chico empezó a correr por la sala,la cual tampoco era muy amplia. Flechas y más flechas hacían su aparición. Caían desde muchos de los flancos de los ventanales. Este las esquivaba a duras penas y con mucha suerte. Algunas le rozaban, haciendo pequeñas heridas en su piel y desgarrando algunos pedazos de su armadura.
-Esto no es broma chico. No por ser un crío voy a tener piedad contigo.¿Quieres tu venganza? Pues siente la ira,la rabia, la muerte...-Hubo un pequeño silencio- En el campo de batalla,nadie tendrá piedad de tí.-Replicó Ilidia con una voz que estremecía.
Alasther empezó a enfadarse al recordar la muerte de sus padres. Se concentró en su rabia, y empezó a dejar de pensar, y por instinto, esquivaba con gran fervor esas flechas que iban a avasallar.
De repente y sin previo aviso,cayó una piedra atada al techo de la bóveda,golpeando al chico en pleno torso,expulsándolo varios metros hacia atrás. Mientras en su caída algo de sangre expulsaba de su boca por el impacto.
-Te dije que no bajaras la guardia, esto no es de color de rosas, ni te van a dar nada por tu cara bonita. Segunda prueba, no solo tienes que esquivar mis flechas, sino también, las trampas.-Insistió Ilidia con voz de muy pocos amigos.Como si la presencia del chico le repudiara lo peor de ella.
El chico se levantó algo exhausto y tembloroso. Siguió esquivando las flechas y las piedras y troncos que se abalanzaban hacia su cuerpo.Pero golpea golpe su cuerpo se resentía. Una flecha le alcanzó en la pierna derecha, atravesando su cuadriceps. Al caer de rodilla, un tronco de árbol no muy abrupto, golpeó su espalda, haciendo que este cayera de boca.
-¿Ya te rindes?, eres demasiado patético,no se que pintas aquí, y más, haciendo perder mi tiempo- Dijo Illidia entre risas y desconcierto.
El chico se levantó a duras penas,con intenciones de seguir el entrenamiento. Pero apenas conseguía mantenerse en pie. Su pierna sangraba, su cara sudorosa, y sobretodo, pequeños borbotones de sangre caían de su boca. Dió un paso hacia adelante, y una hondonada de pequeñas piedras golpeo todas las partes de su torso, brazos y piernas. Este cayó al suelo,su vista empezó a nublarse,todo se difuminaba a su alrededor. El campo de entrenamiento se quedo parado,las trampas se ocultaron.. Todo estaba cada vez más oscuro.
-¿No crees que te pasaste?.-Dijo Ánira,apareciendo al lado del chico.
-¡TSK!No durara mucho aquí,por primera vez,tus visiones no son como esperaba-Repudió Ilidia tirando su arco al suelo y dándose la vuelta para marcharse.
Ánira cogió en brazos al chico y lo llevo a su cuarto para curar sus heridas.
-Sé que lo conseguirás. Ella es muy dura,pero es una gran maestra y combatiente,y al igual que tú,ella también odia a Balagtor.-Dijo ánira mientras arropaba al pequeño-¡Descansa! Mañana seguirás tu instrucción...